Tengo miedo.
Me tomas la mano pero
tengo miedo.
Estos ojos conforman un cadáver de cinco puntas y
está todo tan lejos…
Está todo tan lejos.
Me hablas,
me dices sin prisa que también tú
conoces el idioma de la nieve.
que, juntos, somos un fractal,
que el amor es un pálpito que se quiebra y juega en tu jardín.
Y te creo,
pero desde aquí no sé volver.
Y tengo frío.
Volver,
cuando el fuego es sólo fuego
y no me nombra, pero me exige
y no me duele, pero arde.
Volver, una vez más,
a interiorizar el dolor hasta convertirlo en odio,
a jugar en los árboles
donde ni siquiera la nada es ya un lugar.
Me ahogo.
Me ahogo.
En sueños me dicen:
"¿por qué no has muerto ya?"
En sueños me dicen:
"Te vas, y te estás perdiendo.
Seguimos siendo iguales".
Todo en mí se está perdiendo
y tengo miedo.
Hacia delante no veo nada
hacia atrás estoy solo,
¿es acaso dentro la única salida?
Me ahogo.
Hacia delante, soledad sin fondo.
Hacia atrás, soledad.
Dentro, dentro,
hasta consumir toda luz por mis ojos sin voz.
No hay ganas, ni motivos,
ni esperanza.
Solo yo.
Solo el miedo.