miércoles, 16 de septiembre de 2015

Hay un hombre sentado en la orilla
buscando su rastro entre la arena
que practica en su cuerpo el fracaso donde
los muertos hablan de pulsaciones y rutinas.
Soy sólo mi sombra cuando el mar cubre mi espalda
y la sal se filtra por mis labios y el olvido.
Soy el antes y el después
porque no quiero estar aquí.
Ser feliz fue solamente pasear la vida de puntillas.
Pero si no tuvieras que intentarlo torpemente para empezar a darte cuenta,
si existieras sólo en el amor que nunca aprendiste a merecer,
si no danzaras bajo el agujero que con saña se extiende y cierne
sobre ti
como aquel verso cobarde que te niegas a dejar escrito.

Hay un hombre muerto en la orilla
que ha escrito en la arena su rastro:
"Caminante, no hay camino,
                                              no hay camino,
                                                                           no hay camino".

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