martes, 15 de septiembre de 2015

Teoría 4

Tú no puedes ser nadie, porque ya eres nada;
no puedes adaptarte a lo que ellos llaman tiempo,
y es por eso que observas todo con ojos de niño,
y es por eso que surcan tu rostro arrugas que no tienes.
Pero la Tierra gira y
el reloj es piedra en mi bolsillo,
ciudad desierta en las entrañas;
acuario, jaula, amor de fatiga y desencuentro,
caricia tersa en la noche.
¡Qué crueldad conocerse, frente al espejo!
¡Qué castigo bordear ser, y no hay nada!
Olvídate de ser, eres un golpe seco
de bruma y espejismo;
caminas solo, a lo lejos, y distante.
No huyas,
no te escondas:
caminas solo, a lo lejos, y distante.
Hablarán de ti.
Dirán quizás que han vuelto a ver,
andando,
una sombra que ya creían extinta,
un muchacho de mirada desconfiada y esquiva,
de palabra torpe y cenagosa.
Se alegrarán un instante de saber que aún existes,
y pasarán a cosas de importancia.
Pero la Tierra gira y
no ha vuelto a salir el sol.

Ven, no tengas miedo,
también el amanecer será triste.

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